Las reliquias de San Campio de Entíns
Muy cerca de Cabañas sin Barreras, se encuentra la parroquia de San Orente de Entíns, con la iglesia de San Campio a la cabeza. Hoy nos gustaría contaros su historia, ya que está cargada de leyenda, culto pagano y misterios, justo algo que a nosotros nos apasiona.
En la parroquia de San Orente, de siempre se ha dicho que se practicaban diferentes ritos paganos. Muchos de ellos estaban relacionados con el agua que emanaba de las fuentes del lugar. Se dice también que gentes venidas de aquí y de allá, acudían a San Orente para quitar los «meigallos», o curar el popularmente llamado «mal cativo«, una dolencia psicológica que más bien se parece a una esquizofrenia o bipolaridad que a estar poseído por el demonio, tal como relacionaban en la época. Hay otros ritos arraigados a lo largo del tiempo que llegan hasta el día de hoy.
La historia de esta feligresía nos cuenta que su párroco titular era el Canónigo-Cardenal de la Catedral de Santiago, que a su vez era el Arcedecano de Trastámara, con lo cual, ya podemos intuir que el párroco gozaba de amplio poder. Llevado por las ansias de cristianizar el lugar, el párroco solicitó a Roma que le enviasen las reliquias de un santo, para ver si así, podrían cristianizar la parroquia, ya que en esta proliferaban cantidad de ritos paganos, que convenía mermar. Tal fue así, que Roma accede, y envía los restos del santo San Campio, un militar o funcionario imperial, quién sabe, convertido al cristianismo, que fue mártir en alguna batalla acontecida entre judíos y cristianos, allá por el siglo V. La llegada de San Campio a San Orente, iba a suponer una cristianización del lugar y abandono de los ritos paganos, según el párroco, pero nada más lejos de la realidad, aún con las reliquias del mismísimo santo, el culto pagano nunca se dejó de realizar.
El viaje de San Campio hasta San Orente tampoco fue un viaje sencillo, y está cargado de anécdotas. Como aquella de que haciendo parada en Santiago de Compostela, allá por el 1794, las reliquias fueron acogidas por las Carmelitas Descalzas. Estas, como quien acoge a un familiar o a una mascota, después de esta acogida, le cogieron cariño, y no se querían deshacer de ellas, alegando que el Santo recibiría muchas más visitas en Compostela que no en una aldea perdida en la Serra de Outes.
Desde entonces, cada 29 de septiembre se celebra la Romería de San Campio de Entíns, una romería que tiene las mismas particularidades que otra romería gallega, pero que además, tiene ligadas algunas particularidades más. Los vecinos acuden ya al campo de la romería la tarde anterior. Antes de visitar las reliquias del Santo, estes lavan las manos y la cara en la fuente, y después se dan hasta 9 golpes en la frente, con una supuesta piedra mojada que sirve para tal menester; otros, con la propia llave que da entrada al templo. También mojan paños en agua y luego los dejan en la fuente, supuestamente, dejando atrás también las dolencias.
Pero la singularidad más curiosa de todas, es la llamada «Noche de la Xesteira». Se dice que la víspera de la romería, los chicos del lugar celebran una verbena en que desbordan alegría. Esa noche, los chicos clavan una estaca en las fincas de los alrededores para marcar el territorio donde luego irán con sus parejas, o quizás otras, para tener una «cita amorosa».
Como veis, la historia de San Campio da para mucho. Hoy no nos queremos detener más, pero ya os contaremos más historias, cuando se acerque el día de la Romería, allá por el 29 de septiembre.