Ritos y mitos de San Campio de Entins
Son muchas las creencias arraigadas en la Iglesia y la religión, pero cabe destacar las ligadas a esta parroquia, San Campio de Entins tan mística y tradicional.
Comenzamos contándoos que los devotos más jóvenes desde los primeros tiempos acreditan a San Campio en el momento que parten hacia el servicio militar. Se dice que esto se debe a que este santo dedicó su vida a la militancia.
Aparte de esta devoción relacionada con la milicia, San Campio también atiende a peticiones taumatúrgicas, como dolores de cabeza y de carácter nervioso.
Hay testimonios de gente que afirma su curación gracias a este milagroso santo, al cuál se le honran dos festividades a lo largo del año. Una el primer domingo de julio, y la otra con más afluencia el 29 de septiembre en la que numerosos romeros llegan el día anterior y pasan la noche en el atrio de la iglesia o en alguna casa de los vecinos que se prestan a dejar alojamiento.
Una curiosidad de este santuario es que no dispone de una fuente, recurso con tradición al que se le otorgan virtudes mágicas.
Pero en el santuario de la Virgen del Rial, parada obligada por los romeros, encontramos una fuente en la que todos los paisanos se lavan las manos y la cara para a continuación cumplir con una serie de rituales antes de continuar hasta su destino.
Y es que para poder seguir, estos deben darse nueve golpes en la piedra mojada o en la llave del templo. Hay otros que prefieren mojar un pañuelo y dejarlo allí, simbolizando el desprendimiento de los males.
Una vez pasada esta fase, deben dar una vuelta alrededor del cruceiro vecino, haciendo seis giros en un sentido y tres en el otro. Terminan besándose unos con otros y golpeando la cabeza con el pie del cruceiro.
Cuatro complicadas fases de las que no todos salen ilesos.
Una vez cumplidos estos requisitos llegamos a San Campio, donde también se deben hacer varios rituales.
Comenzamos con la ingesta del aceite de la lámpara que ilumina al santo, para luego dar siete vueltas alrededor de los cruceiros y terminar vomitando pelos, previamente ingeridos, en la puerta de la Iglesia.
¿Cómo se os ha quedado el cuerpo después de leer estas tradicionales ofrendas?
Hoy en día pocas son las tradiciones que se siguen conservando, pero una de las vigentes es en la que los devotos pasan medallas, rosarios o pañuelos por objetos religiosos para luego ponérselo en contacto a aquellos familiares o conocidos que no pudieron ir a la romería.
Otra tradición es oír cantar a los romeros y a los habitantes de la parroquia canciones populares y en especial una dedicada al santo, que describe la vida de este.
A pesar de que son muchas las creencias que no se comprobaron su veracidad, hay testimonios que nos cuentan casos reales que pasaron en la parroquia relacionados con estos dogmas, como la de un muchacho que se creía que estaba poseído, ya que llegó al santuario atado de pies y manos debido a la resistencia anormal que hacía. Lo metieron en la iglesia donde le practicaron varios rituales, como beber el aceite de la lámpara e ingerir pelos para luego vomitar y expulsar el mal que tenía en el cuerpo.
Una vez hecho esto, el joven salió de la iglesia tranquilo, como si nada hubiera pasado. ¡Asombroso!
Otra anécdota que nos cuentan es la de los males de ojo que una vez visitado el santo estos desaparecían. Os lo creáis o no, hay personas del pueblo que las cuentan como vivencias inolvidables.
Alrededor del santo también hay mitos que se cuentan sobre su pasado, ya que se dice que este fue al servicio militar y murió en la guerra, por eso está ahora enterrado en San Orente.
Otro mito que se cuenta, mucho más gracioso, es que dicen los habitantes que al santo varias veces al año hay que cortarle la barba….¡a San Campio le crece el pelo!